lunes, 5 de septiembre de 2016


     Siempre vuelves.  Aunque  la puerta esté cerrada por dentro, siempre te presentas como si nada. Sin llamarte. Sin llamarme. De repente. Y es lo que tiene si te di mis llaves,  si te enseñé los pasadizos secretos a cualquiera de mis rincones. Si te prometí una habitación con vistas al futuro, pero te acabé echando sin romper el contrato.
    Ya nunca  te llamo. O quizá sí que lo haga sin quererlo, no lo sé. Al teléfono de las dudas hace    tiempo que le di de baja pero no vienen a llevárselo. Y a veces suena, y a veces  creo  que te llama. Marco tu número y tardo una eternidad en llegar al último dígito. Pero acabo haciéndolo, y tú no lo coges, ya no. Suena el contestador con tu última voz que aún guardo en mis recuerdos, y te llamo otra vez, y otra más, para volver a escucharla.
    Luego te marchas. Otra vez. Unos días de tregua que parecen ser definitivos. Como si ya no fueras a volver más. Y me lo creo. Y decido abrir las puertas sin miedo, y recibo visitas de nuevo y la casa está lista. Ya no se desmorona entre montones de recuerdos.
    Pero como he dicho, siempre vuelves. Así que creo que voy a tener que cambiar la cerradura, o aprender a vivir con tus regresos.

4 comentarios:

  1. Me ha gustado que me dieses la oportunidad de pasarme por tu blog; escribes de una forma fácilmente entendible y a la vez profunda. Me quedo por aquí. Soy Bluie (http://vocesquehacenquemipielsesientapiel.blogspot.com/).
    Un beso.

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  2. Hay quienes tienen el poder de entrar y salir cada vez que le da la gana, sin el consentimiento de nadie.
    Se toman libertades que no benefician a nadie. Pero mira, hacen sufrir y el dolor forma parte de la vida.

    Atentamente,
    Un diario personal más

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  3. Creía que ya no te iba a poder leer más... .

    ¡Pero me alegra muchísimo de que hayas vuelto a escribir por aquí!

    Noa

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  4. ES PRECIOSO PALOMA. Me ha encantado y además suena a un corazón roto que resurge y que soporta mucho más porque es inmensamente más grande.
    Un abrazo.

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