Hoy voy a hablar sobre mí, o al menos, sobre una pequeña
parte de lo que soy. Puede que a muchos no les interese, qué se yo. El caso es
que hace poco me lo pidieron. Amanda Breaths, espero que esto pueda ayudarte.
Antes
Creo que ya lo he dicho alguna vez; soy tremendamente
indecisa. Así que imaginarás que para decidir el camino que quería tomar me
hizo falta mucho, mucho tiempo. Tanto que hasta el último día no llegué a
decidirme del todo.
Desde pequeña, me gustaba jugar a los médicos. Mi madre, que
es enfermera, me daba gasas, jeringas y algunas cositas más con las que
ampliaba mi material de hospital de colorines. También veía la serie “Érase una
vez el cuerpo humano”, una y otra vez, y como era curiosa, las cosas
relacionadas con el cuerpo humano me gustaban.
Sin embargo, mi indecisión me lleva a que me gusten muchas
cosas, y claro, elegir una entre tantas se vuelve complicado.
Cuando llegas a Bachiller, sabiendo que una de tus posibles
opciones es medicina, te agobias un poco – en mi caso bastante, porque soy
muy perfeccionista, y quería, en el
momento de tener la nota de selectividad, poder elegir- así que para mí,
segundo de bachillerato no fue muy agradable. Aún así, tengo recuerdos bonitos
de ese año, porque en mi instituto hicieron un viaje de una semana que me
sirvió para olvidarme un tiempo de los estudios, o las vacaciones de navidad, y
algunos fines de semana… Después de haber acabado bachiller, mi recomendación
es esforzarse pero saber descansar. Aunque dé miedo la selectividad, a pesar de
los nervios –que siempre van a estar ahí- poco a poco, conforme vas avanzando
los exámenes, se van pasando y empiezas a pensar – al menos en mi caso- que no
pasa nada, que la nota no es tan importante, que no solo existe el camino de
medicina para ser feliz, y que no solo existe el camino de esos exámenes de
selectividad para llegar a medicina.
Durante
Cuando finalmente te decides por entrar en medicina, en mi
caso, seguí dudando si había hecho lo correcto. Pensaba “es que a mí me gusta
escribir, y quiero estudiar otras cosas, y quiero hacer otras cosas…”, pero sin
embargo creo que una de las mejores sensaciones del mundo tiene que ser tener
en tus manos una vida a la que puedes salvar, y no solo de las
enfermedades. Este año – mi primero- he
aprendido, además de muchas cosas sobre el cuerpo, muchas cosas sobre las
personas. Medicina es ciencia, sí, pero también es una carrera de arte, en la
que escribir puede ayudar a salvar vidas, saber del mundo, de arte, de música,
de viajes… también. El enfermo que le llega al médico, busca en este alguien
que lo salve, se pone en sus manos, se entrega al médico preso del miedo y
busca también- aún sin pedirlo con palabras- su compañía. En mi facultad- la de
Málaga- me han enseñado, que no existen enfermedades sino personas, y tenemos
que tratar a estas últimas y no solo a las primeras.
Centrándonos ahora en lo teórico, no voy a mentir. Es duro.
Muchas prácticas que ves que son puramente teóricas, exámenes que te exigen
demasiado, vas viendo como solo estudias y memorizas, día tras día… Pero es el
primer año, y lo importante es tener claro qué es lo que quieres llegar a ser,
y no rendirte porque lo que estés estudiando no sea lo que más deseas. Creo que
vale la pena al final. El contenido en sí es interesante, la carrera dura, pero
ahora que es verano- y que en este primer año no me ha quedado ninguna asignatura- me doy cuenta de lo mucho que me
acuerdo de lo que he aprendido. Yo tuve
la oportunidad, porque mi madre es enfermera, de que me llevaran con algunos
médicos de su hospital a acompañarles durante su trabajo, y la verdad es que se aprende mucho cuando el
objetivo es aprender y no aprobar un examen.
Lo cierto también es que da miedo pensar en los muchos años
que te vas a tirar estudiando mientras todos tus amigos, poco a poco, vayan
acabando sus carreras. O los muchos tochos de apuntes que vas a tener que
aprenderte para el examen del MIR. O la enorme responsabilidad que vas a tener
siempre, que otros pongan su futuro en tus manos y te crean capaz de salvarles.
Sin embargo, creo que merece la pena. Aún es pronto, pero
creo que las gracias de alguien a quien has ayudado, van a ir pagando poco a
poco los años de estudio.
Aún no puedo hablarte de mucho más, no sé muy bien que
especialidad quiero hacer- mis ideas son: neurología, oncología infantil,
ginecología, pediatría….
Poco a poco iré aprendiendo y si algún día cambio de idea,
siempre podré tomar otro camino. Y estoy segura de que no habrán sido años
perdidos, porque haber conocido gente que piensa como tú, gente con corazones-
aunque suene un poco cursi- enormes, merece la pena.
Y ya por último, voy a hablar de un libro. Y de uno de sus
autores.
Es un libro sobre ciencia, sobre la vida, y sobre la
enfermedad. Te cuenta una serie de cosas sobre el mundo, sobre cómo funciona
este desde el punto de vista científico. La mayoría de las cosas, si has hecho el
bachillerato de salud o si te gusta la ciencia, ya las has aprendido. Sin
embargo te enseña cómo se puede luchar por la vida, y como el médico puede
ayudar a hacerlo no solo con medicinas sino con palabras y ánimos.
También me dio personalmente muchos ánimos este libro, pues
uno de sus autores, Salvador Macip, es médico, investigador y escritor. Para mi
fue un ejemplo de que no tengo que abandonar las letras por haber elegido este
camino.
Le envié un correo y aquí os dejo una de sus respuestas:
“Yo soy el
ejemplo de que se pueden hacer varias cosas a la vez, pero ya te aviso que no es
fácil. Requiere voluntad y dedicación. Pero para mí escribir, la ciencia y la
medicina son tres pasiones que tengo, y dedicarles horas no me importa. Si te
lo pasas bien haciendo algo es mucho más fácil invertir esfuerzos en ello.
Espero que consigas todo lo que te propongas!”
Y esto es
todo, una pequeña parte de mí. Pronto os traeré un texto que compense este
tocho.
Besos,
P·G