Este domingo fue uno de esos típicos domingos en los que no hay planes y decido quedarme en casa. Como tantos y tantos otros en invierno -con la diferencia de bastantes grados centígrados más, y bastante ropa menos. Aún así, decidí tomármelo como uno de esos domingos en los que dejas la imaginación volar y te sientes capaz de crear un nuevo mundo - al menos uno pequeñito. Y eso hice. Bajé a la playa y busqué entre las olas piedrecitas, y luego subí a mi casa y me encerré en el estudio. Saqué a la imaginación de su jaula y la dejé volar libre... y esto es lo que decidió hacer; posarse en una rama.
P·G
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