miércoles, 2 de septiembre de 2015

Hace tiempo que tú y yo nos entretenemos cada noche en hacer el dolor. Da igual dónde, da igual cuándo. Donde nos pille. Las lágrimas las estrenamos sin (llo)vernos, tú por tu lado, y yo ya por el mío. Y aunque no estés, abro mi paraguas de colores, para disimular mi día gris, y dejo que me lluevas encima- ni tú me ves, ni yo te veo, pero estamos ahí. El uno encima del otro. Lloviéndonos a mares, arrastrándonos y erosionando la historia que vamos dejando atrás. Hasta llegar al mar. Y ahí nos separamos. Y como gotas de agua nos perdemos entre la multitud. No me recuerdas, o eso intentas, y yo doy vueltas para marearme y olvidar, y bebo en un intento por olvidarte. Pero beber agua salada no hace olvidar, y a veces me olvido de marearme y de llover. Y vuelve a empezar todo. La misma historia, una y otra vez. El calor me saca del agua, el calor que aún guardo de tus abrazos. Y volvemos a empezar.  Tú me llueves y yo me dejo empapar, y olvidamos juntos por el cauce de dos ríos que avanzan separados. Y es así como, desde nuestra primera vez hace ya meses, nos hacemos el dolor. O nos hacemos sufrir, que viene a ser lo mismo. El caso es que no estás, y cuando vienes, solo me recuerdas que te has ido.
                                                                                                                 P·G 

5 comentarios:

  1. Me gustó mucho el final, y me gusta mucho mucho la manera en la que escribis!!!
    Un beso grande linda :)

    S.

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    Respuestas
    1. Muchas gracias Samantha ^^, me alegra que te guste y que dejes tu opinión. Un besito

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  2. Una relación autodestructiva... Me quedo con esta frase "El caso es que no estás, y cuando vienes, solo me recuerdas que te has ido." Me encanta.
    Besos, Amanda.

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  3. Que bonitas palabras aunque sean demasiado tristes, precioso.


    http://diariopelorricen.blogspot.com.es/

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